Las claves de un ‘customer journey’ bien definido

customer journey marketing

Si te preocupa cómo puedes mejorar las ventas y el rendimiento de tu negocio, una de las claves está en conocer bien a tu cliente. Y no solo mediante un perfil demográfico, sino también a través de sus motivaciones y el proceso que sigue desde que necesita algo hasta que te compra. Hablamos del customer journey o CJ.

Se trata del viaje que realiza el cliente o el comprador desde que identifica que necesita algo y continúa más allá de la propia compra. ¿O es que nos olvidamos que la fidelización es fundamental para la rentabilidad de un negocio?

¿Por dónde empiezo mi customer journey?

Básico: haz un esquema. No importa si es digital o prefieres hacerlo en papel. Lo relevante es representar de manera visual todas las interacciones y experiencias de tu cliente. Desde antes de conocerte hasta después.


Te ayudará a responder las siguientes preguntas:

  • ¿Qué despierta su necesidad? Por ejemplo, un problema o una obligación.
  • ¿Cómo se siente en cada momento del proceso? Inseguro, desconfiado, perdido, etc.
  • ¿Qué puedes hacer tú para revertir esa sensación negativa? ¿Cuándo se produce?
  • ¿Cuál es la solución que tú puedes ofrecerle? ¿Qué valora el cliente de ella?
  • ¿Cómo se siente el cliente una vez que se presta o se está prestando el servicio? Comprueba si cumple con sus expectativas y con el precio y el tiempo que estimaba.
  • ¿Está satisfecho con el resultado?, ¿con la atención posterior?, ¿hay posibilidades de que vuelva a comprar?, ¿y de que nos recomiende?

La respuesta a todos estos planteamientos es de gran valor para conocer bien a tu potencial cliente. Te ayudará a mejorar tu propio servicio y evolucionarlo. Además, serás consciente de qué momento es decisivo para que el cliente se quede con un buen sabor de boca.

No existe un único customer journey y, si ofreces diferentes servicios, es probable que tengas que definir uno distinto por cada uno de ellos.

¿Cuáles son las fases o touchpoints del customer journey?

Aunque son muy similares, existen diferencias entre negocios que ofrecen servicios para empresas (B2B) respecto a los que se dirigen a particulares (B2C). Si tu negocio cuenta con servicios diferenciados para ambos, te recomendamos que elabores un CJ para cada uno de ellos.

Empecemos por la modalidad B2B:

  • Conciencia: la empresa localiza un problema o necesidad de su negocio y comienza una fase de búsqueda (online, contactos, eventos…).
  • Investigación: es la identificación de las posibles soluciones, empresas y profesionales que pueden ofrecer el servicio, así como la recopilación de información de estas (listado de servicios, reseñas, testimonios, primeras impresiones…).
  • Consideración: de todos los potenciales proveedores, se evalúan las propuestas más convincentes y es posible que sea necesario pedir catálogos, presupuestos e incluso tener una primera reunión con la empresa.
  • Decisión: la organización elige al proveedor que mejor se ajusta a sus necesidades y presupuestos, por lo que se toma una decisión más formal y se firman los primeros acuerdos.
  • Implementación: es el momento en el que se lleva a cabo la solución. El tiempo de duración varía según el tipo de servicio o producto ofrecido. En ocasiones, se trata de procesos largos que requieren una capacitación específica, una configuración personalizada y un seguimiento más exhaustivo para que el resultado sea satisfactorio. En otras, se resuelve en apenas unos minutos.
  • Evaluación y retención: es un examen final donde el cliente pondrá nota a su satisfacción por el resultado del trabajo. De ello depende la retención del cliente a largo plazo, las posibilidades de crecimiento y, sobre todo, el siguiente punto.
  • Fidelización y referencias: un cliente satisfecho es el mejor comercial que puede tener un negocio. No solo porque confíe en él y vuelva a comprar los servicios o productos, sino porque se encargará de recomendarlo a otros contactos.


La modalidad B2C es bastante similar, aunque cuenta con algunas diferencias. Incluso las decisiones pueden tener un carácter más emotivo o impulsivo. Ten en cuenta que, en ocasiones, la compra no se justifica o se consulta con más personas:

  • Conciencia: necesitan resolver una problemática actual (un frigorífico nuevo) o conocen un producto o servicio (unos calcetines muy molones) a través de anuncios, redes sociales, recomendaciones, búsquedas y otras influencias.
  • Interés: es una fase de investigación sobre el propio producto o servicio. Suelen resultar importantes tanto las características en sí como las opiniones de otros.
  • Consideración: las cartas se reducen a unas opciones muy concretas, donde influye el precio final y la garantía o las facilidades de compra. En este punto suele comenzar la interacción con la empresa.
  • Compra: es la toma de decisión y puede llevarse a cabo de múltiples maneras, en función de la naturaleza del producto o servicio.
  • Posventa o resultado final: tanto si es una consulta de un dentista como la colocación de un toldo, el consumidor valora el servicio recibido, el trato personal y la resolución de cualquier problema que pueda surgir después. La garantía, las devoluciones y la atención al cliente tienen un papel primordial aquí.
  • Fidelización: depende en gran medida del punto anterior, aunque hay empresas que establecen estrategias de marketing con ofertas y promociones especiales, programas de lealtad, comunicación constante… De la satisfacción del cliente dependerá que este vuelva a comprar y, sobre todo, que se cumpla el siguiente punto.
  • Compartir la experiencia: recomendar a amigos y familiares, dejar reseñas positivas, mostrarlo en redes sociales y convertirse en defensores de la marca.

Cada CJ puede variar en función del tipo de empresa, el producto o servicio que se ofrece y el público que busca. La identificación y personalización de cada punto del proceso es fundamental para el éxito de tu estrategia de marketing.

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